Laguna Inka Coya

A solo 5 kilómetros al oriente de Chiu-Chiu, siguiendo la ruta B-169 que conduce a Caspana, se encuentra la Laguna Inka Coya, un lugar de gran belleza y valor cultural, administrado por la Comunidad Atacameña San Francisco de Chiu-Chiu para su resguardo y protección. La comunidad impulsa su reconocimiento oficial bajo la categoría de Monumento Natural “Laguna Inka Coya y Vegas Río Salado”, buscando garantizar su conservación a largo plazo.

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De origen geológico singular, la laguna es una profunda dolina formada por el colapso de suelos de caliza. Su alimentación proviene del acuífero del río Salado, cuyas aguas nacen en la cordillera de los Andes y se filtran bajo el desierto hasta emerger aquí, creando un ecosistema único en medio de la aridez. Este espejo de agua se encuentra rodeado por vegetación típica del Alto Loa, como cortaderas, brea y grama salada, y sirve de refugio a diversas aves como la tagua andina, el huairavo, la garza blanca y el pato yeco.

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En la memoria ancestral, la laguna guarda una de las leyendas más conmovedoras del territorio. Se cuenta que un Inka, en su paso por Chiu-Chiu, conoció a una joven pastora atacameña y entre ambos nació un profundo amor. Fruto de esta relación la joven quedó embarazada, pero el Inka, llamado a continuar con sus responsabilidades, debió regresar al Cuzco, prometiendo volver para casarse con ella.

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Pasaron los años sin noticias, hasta que un chasqui informó en el poblado que el Inka había contraído matrimonio con una princesa ecuatoriana por motivos políticos. La joven, desbordada por la tristeza y la traición, tomó a su hijo y se sumergió en las aguas profundas de la laguna. Desde entonces, los habitantes comenzaron a llamar al lugar Inka Coya, que significa “mujer del Inka”, en memoria de aquella pastora cuyo amor quedó sepultado en sus profundidades.

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Hoy, la Laguna Inka Coya no solo es un símbolo natural y cultural de Chiu-Chiu, sino también un espacio cargado de espiritualidad. Muchas parejas acuden hasta sus orillas para prometerse amor eterno, ese que Inka Coya nunca pudo concretar.